The Pretty Faces
of the World
Deserve Witnesses
La fotografía es bastante simple: se trata de reaccionar ante lo que ves
Me interesé por la fotografía cuando mi familia y yo nos mudamos de Milán a Los Ángeles pasando por Francia. Más tarde me trasladé a Nueva York para comenzar mi carrera como fotógrafo. Tuve la fortuna de conocer a Edward Steichen, Robert Capa y Roy Stryker, quienes me ayudaron de forma decisiva al ofrecerme mis primeros encargos. Y así fue. Poco después de que Stryker me diera una oportunidad, fui reclutado por el Ejército y tuve otro golpe de suerte. Enviaron a la mitad de los alistados a Corea, donde los masacraron, y a la otra mitad a Europa, donde lo pasaron en grande; yo me contaba entre estos últimos y tomé un montón de fotos en aquella época.
The Pretty Faces of the World Deserve Witnesses
Tomé esta imagen hace unos 20 años, justo al lado de mi casa en Nueva York. Normalmente ladro a los perros, pero, como puede verse, no en esta ocasión. Las fotografías guardan relación con el corazón, la mente y el ojo, y deben comunicar algo para ser válidas. Esta foto hace precisamente eso y, de un modo u otro, se volvió emblemática. No creo que uno se levante por la mañana con el objetivo de tomar una fotografía emblemática; ya es bastante tomar una que sea buena, se use bien y llegue a muchas personas. Supongo que para que una foto se considere «emblemática» la debe ver mucha gente; es parte de la definición. Pero, a decir verdad, se necesita suerte, y la suerte ha desempeñado un papel crucial en mi carrera.
No soy serio, o sea, me tomo en serio no ser serio.
Lógicamente, es más sencillo vender fotos de Marilyn Monroe que fotos del vecino. Debo admitir que los encargos comerciales también me motivan: pagan las facturas, así que no pido disculpas por aceptarlos. Mi lema es «No pienses demasiado»; llevo una vida haciendo este trabajo, así que me sale natural. En el pasado he tratado temas excelentes: mis hijos, mis esposas, mis viajes y mi tiempo libre. Y, por supuesto, los perros; me encantan los perros. No soy un fotógrafo serio como la mayoría de mis colegas, o sea, me tomo en serio no ser serio.
Una vez me contrataron para realizar una sesión de fotografías de moda con un mono que debía imitar los movimientos del modelo. Mi tarifa diaria era de 250 $, pero luego me enteré de que la del mono ascendía a 350 $. Esto me ocurrió de verdad, no es una broma.
Sin duda, la suerte siempre ha desempeñado un papel crucial en mi carrera.
Al principio de mi carrera utilicé una Leica IIIf y una Leica IIIg con un objetivo de 50 mm, pero a mediados de los años 50 di el salto a la M3 y a partir de entonces me decanté por modelos de la serie M. El objetivo de 50 mm siempre ha sido mi favorito, aunque de vez en cuando recurro al de 90 mm. Soy un gran defensor de la película fotográfica, si bien uso cámaras digitales por requisito profesional. La portabilidad y la facilidad de uso al viajar fueron las principales razones por las que elegí Leica para mi trabajo personal.