The Roommates
of the World
Deserve Witnesses
Jasper Doest
La buena fotografía logra que te detengas y te deja boquiabierto.
Nací y me crie en los Países Bajos y, hasta donde alcanza mi memoria, siempre he jugueteado con cámaras. Mis padres me inculcaron un enorme respeto por la naturaleza, de modo que cuando retomé la fotografía con veintipocos años opté espontáneamente por especializarme en la historia natural. Decidí estudiar Ecología para comprender mejor las complejas dinámicas del ecosistema y saber más acerca de lo que fotografiaba. Mis estudios me condujeron al Ártico, donde presencié por primera vez los efectos del cambio climático con mis propios ojos. Entonces decidí que quería valerme de la fotografía para capturar la belleza y la fragilidad de nuestro planeta.
Tomé esta foto en la isla de Curazao, adonde viajé con mi familia para visitar a mi prima (la mujer que aparece en medio con mis dos hijas a lado y lado). El ave rosa es un flamenco llamado Bob. Yo estaba trabajando en una historia acerca de dicho animal, que había sido rescatado por mi prima Odette (veterinaria de la isla). Mientras Bob se recuperaba, Odette descubrió que el flamenco se había acostumbrado a estar en contacto con seres humanos y que, por lo tanto, no podría volver a vivir en un hábitat salvaje. Entonces decidió adoptarlo y convertirlo en embajador de su organización benéfica. He aprendido a no planificar demasiado; cuando trabajo de forma espontánea, veo cosas que no concebiría ni en mis sueños más descabellados. Trato de ir más allá de mi imaginación y a menudo no funciona, pero cuando funciona es algo mágico. Esta imagen es un ejemplo de ello: «Meet Bob» apareció en un artículo de la revista National Geographic y se publicó en 2021 en formato de libro con el objetivo de recaudar fondos para la conservación y la educación en la isla de Curazao.
Sal de casa sin prejuicios y déjate sorprender por lo desconocido.
Jasper Doest
Dado que mi trabajo fotográfico ha evolucionado de la historia natural hacia la relación que mantenemos con la naturaleza, mis imágenes suelen mostrar seres humanos y animales en un contexto bastante sorprendente. Dicho contexto es lo que más me importa, pues ayuda a la gente a reflexionar sobre qué está pasando. Gran parte de mi trabajo consiste en hacer los deberes, es decir, investigar noticias, descubrir problemas y hallar las piezas del rompecabezas que necesito resolver para hacer justicia a la historia. Es importante convertirse en un experto sobre el tema que se está documentando para poder establecer las conexiones visuales necesarias. Pero, al mismo tiempo, es preciso no darle demasiadas vueltas a las cosas cuando uno está en el campo y mantener una mentalidad abierta en todo momento para «esperar lo inesperado».
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La fotografía es una extensión de mi voz personal.
Las cámaras Leica crean una conexión única con las personas: al ver una, o piensan que se trata de una cámara antigua porque les recuerda la que tenían sus abuelos o la reconocen y empiezan a sonreír y a mostrar interés. En este sentido, estas cámaras abren muchas puertas y a menudo me permiten acceder a la historia que me propongo contar. Yo trabajo con una Leica M. En mi experiencia, los modelos de la serie M me conceden una vía de acceso diferente; es como si alguien me entregara un lápiz con el que consigo escribir poesía como nunca lo había hecho. Es articulada a la vez que delicada, robusta a la vez que sensible en la renderización. Me apasiona. La SL/SL2 se ha vuelto imprescindible cuando necesito trabajar con rapidez y flexibilidad o en entornos más rigurosos, pero aprecio mucho poder usar un objetivo de la serie M en la SL si hace falta. Utilizo los modelos M10, Q2, SL2, SL y CL.