Tras las huellas del lince
Tras las huellas del lince:
Una historia Leica de Harry Read y Edwin Towler
Cuando el invierno por fin cede el paso a la primavera, el frío intenso y duradero afloja sobre los bosques boreales de Finlandia. En una zona remota, las condiciones se vuelven idóneas para una criatura muy particular. La nieve se derrite, el hielo se resquebraja y la vida silvestre despierta. Grandes grupos de liebres, corzos y ciervos de cola blanca se alimentan de la fresca vegetación. El bosque denso está rodeado de campos abiertos en los que se mueve, en silencio, uno de los depredadores más esquivos de Europa. El lince boreal sigue a su presa por extensiones intactas de naturaleza, merodea con sigilo por las orillas del bosque y espera el momento exacto para sorprender.
En la primavera de 2025, nosotros (cineastas de vida salvaje Harry Read y Edwin Towler), nos adentramos en los bosques boreales de Finlandia con un objetivo claro. Encontrar un lince boreal en libertad con el apoyo de Leica Sport Optics. Contamos con el conocimiento de nuestro amigo Ossi Saarinen, guía local, fotógrafo de fauna y reconocido experto en este animal.
Para Harry era romper una maldición de toda la vida tras doce viajes a Finlandia sin una sola pista. Para Ed significaba ver por primera vez a pie un gran depredador europeo.
Mantener la distancia
Buscar y filmar un lince salvaje era, en el mejor de los casos, un desafío, y en el peor, una empresa imposible. Sabíamos que debíamos maximizar nuestras posibilidades y minimizar al máximo nuestra presencia en el paisaje por lo que no llevamos más equipo que el imprescindible, y documentamos la misión nosotros mismos. Iba a hacer falta, sobre todo, paciencia. Como el lince es principalmente nocturno, instalamos varias cámaras trampa infrarrojas en sendas muy utilizadas por los cérvidos con la esperanza de que el lince siguiera a sus presas. Para la observación confiamos en herramientas clave. Los prismáticos Leica Noctivid y el telescopio terrestre Leica Televid HD 82 nos permitieron barrer enormes extensiones, a corta y a larga distancia. Tras una primera semana sin avistamientos, nuestras jornadas se convirtieron en ejercicios constantes de observación, siempre atentos a las franjas de sombra en el límite del bosque. El lince está especialmente activo en los crepúsculos. La sobresaliente luminosidad de imagen nos dio el contraste alto que necesitábamos en condiciones de poca luz. También utilizamos Leica Calonox View, una cámara térmica que cambió el rumbo de la expedición. Al caer la noche surgía otro mundo. Ciervos, liebres, roedores y aves nocturnas aparecían en escena. Si lográbamos detectar a un lince en movimiento por la noche, quizá podríamos prever sus desplazamientos al amanecer. El lince boreal posee sentidos extraordinarios. Su vista, muy sensible con poca luz, capta movimientos mínimos a gran distancia. Su oído es finísimo, ayudado por los característicos penachos de las orejas que canalizan y amplifican el sonido. Vestíamos colores discretos y pasábamos largas horas inmóviles en puntos de observación. Mirar. Escuchar. Esperar.